
POEMAS
Jaime Sabines dentro de su literatura, posee poemas entrañables; de esos que un día hacen que el Palacio de Bellas Artes se llene de gente para presenciar al autor decirlos, y hacerlos llorar, o emocionarse o recitar con los labios lo que el poeta ha puesto en sus bocas. A continuación se presentan algunos poemas tomados de la bibliografía de Sabines, comenzando por poemas de su libro "Horal" para terminar con "Me encanta Dios".
HORAL (1950):
Lento, amargo animal
que soy, que he sido,amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
que en la primera generación del hombre pedía a Dios.
Amargo como esos minerales amargos
que en las noches de exacta soledad
-maldita y arruinada soledad
sin no mismo-
trepan a la garganta
y, costras de silencio,
asfixia, matan, resucitan.
Amargo como esa voz amaga
prenatal, presubstancial, que dijo
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino
que murió nuestra muerte,
y que en todo descubrimos.
Amargo desde dentro,
desde lo que no soy,
-mi piel como mi lengua-
desde el primer viviente,
anuncio y profecía.
Lento desde hace siglos,
remoto -nada hay detrás-,
lejano, lejos, desconocido.
Lento, amargo animal
que soy, que he sido.
- Los amorosos
-
- Los amorosos callan.
- El amor es el silencio más fino,
- el más tembloroso, el más insoportable.
- Los amorosos buscan,
- los amorosos son los que abandonan,
- son los que cambian, los que olvidan.
- Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
- no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos- porque están solos, solos, solos,
- entregándose, dándose a cada rato,
- llorando porque no salvan al amor.
- Les preocupa el amor. Los amorosos
- viven al día, no pueden hacer más, no saben.
- Siempre se están yendo,
- siempre, hacia alguna parte.
- Esperan,
- no esperan nada, pero esperan.
- Saben que nunca han de encontrar.
- El amor es la prórroga perpetua,
- siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
- Los amorosos son los insaciables.
- Los que siempre -¡qué bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.- Tienen serpientes en lugar de brazos.
- las venas del cuello se les hinchan
- también como serpientes para asfixiarlos.
- Los amorosos no pueden dormir
- porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la obscuridad abren los ojos- y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana- y su cama flota corno sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,- sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas- temblorosos, hambrientos,
- a cazar fantasmas.
- Se ríen de las gentes que lo saben todo,
- de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
- de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,- a tatuar el humo, a no irse.
- Juegan el largo, el triste juego del amor.
- Nadie ha de resignarse.
- Dicen que nadie ha de resignarse.
- Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,- la muerte les fermenta detrás de los ojos,
- y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
- en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,- a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
- complacidas, a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios - una canción no aprendida.
- Y se van llorando, llorando
- la hermosa vida.
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